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domingo, 23 de marzo de 2008

THEO

Mi abuelo Theo
vivía solitario respirando
la brisa verde del mar.
Se levantaba muy temprano
con el primer rumor de las olas
y se ponía a trabajar.
Tenía el pelo lacio y cano
tal vez un poco largo
para su edad
se le formaba un surco
que traslucía su cuero
por el centro
al peinarse para atrás.
Solo una vez lo vi embriagado
y nunca lo vi fumar
Tenía apenas noventa años
cuando se internó para siempre
a naufragar.
Me hablaba de la historia
que los libros olvidaron de contar
del vuelo majestuoso del cóndor
y el ruido que producía al pasar
de un lado al otro de las cumbres
de Chalhuanca, su ciudad natal.
Era mas bien alto y delgado
lleno de vigor
jamás pisó un hospital
y nos decía siempre
"el día que me lleven
al nosocomio
tráiganme flores
que no volveré jamas"
Te recuerdo bien
Padre de mi Madre
y cómo sufriste
cuando Mamá Victoria
se fue antes
a la eternidad...

© Gabriel Cordears

2 comentarios:

Raquel Graciela Fernández dijo...

Qué lindo poema, Gabriel. La cadencia de las palabras acompaña dulcemente el bello recuerdo que plasmás en él.
Hermoso.
Muchos cariños!

Gabriel Cordears dijo...

Los recuerdos de mi niñez van ligados fuertemente a mis dos lindos abuelos maternos y al mar. Por las noches se le oía rugir a veces bravo, a veces manso casi débilmente con el ritmo de mi respirar hasta que me quedaba profundamente dormido en la humedad de la brisa que se filtraba por los intersticios de la ventana.

Un abrazo Raquel!